Lucas, te quiero leer un cuento…

Criando Cusucos, Incentivar a los niños, Leo

Había una vez un fantástico niño llamado a Lucas. Divertido, encantador (aunque pueda ser huraño) y muy activo, le encantaba saltar, brincar, correr, jugar y hacer tanto más. Una cosa más le gustaba hacer. Un hábito que muchos adultos olvidamos mantener. Lucas disfruta de leer aunque no pueda entender ninguna agrupación de letras más que su nombre. Conoce algunas letras, y las conoce muy bien. La letra A por ejemplo, donde sea que la vea, la identifica con facilidad.

Disfrutando un libro que le dieron en su cumpleaños

Disfrutando un libro que le dieron en su cumpleaños

Sus padres tomaron la costumbre de leerle todas las noches. Lo hacen lo más que pueden y fallan apenas 1 vez cada 2 semanas. A veces es aburrido para sus padres leer las mismas historias una y otra vez pero Lucas las disfruta, queriendo, muchas veces, las misma historia 3 veces a la vez.

Mama leyendo con Lucas

Mama leyendo con Lucas

De tanto leer los mismos cuentos su padre un día dijo: “Lucas, déjame contarte un cuento…” y se inventó uno al instante. No era nada espectacular. Tenía el cuento algunos personajes favoritos del gran niño, a propósito por supuesto, como la vaca, el cerdo y la jirafa. Es así, como de cuando en cuando, su papa le inventaba los cuentos.

Algunos de los Libros que tenemos

Algunos de los Libros que tenemos

Es así como el padre de Lucas decidió escribirle 30 cuentos para publicarlos gratuitamente. Los cuentos están aún en producción pero aquí les dejamos uno para su diversión.

 

Un gran saludo,

Leo

 

Elefantes marchando

Ben ama los animales. Pueda que tu también lo hagas. Los animales son seres increibles y muy interesantes. Un dia de invierno Ben miró un video muy divertido de un elefante coronel marchando en la jungla. Ben se enamoró y queria tener miles de elefantes de juguetes. Se memorizo la canción y la bailaba cuando jugaba.

Un dia, llegó Papá Cusuco muy cansado del trabajo.  Inclusive se fue a desvestir de su ropa usual de saco y zapatos negros para ponerse su pijama sin tan siquiera saludar a Mama Cusuco ni a Ben. Regresó con el pelo mojado porque se había lavado la cara. Papa Cusuco les comenzó a contar que había tenido un día muy difícil, llenos de números positivos y negativos, problemas que no pudo resolver y más cosas que Ben no había escuchado a su papa decir antes sobre su trabajo. Lo que Ben si estaba seguro es que se miraba triste y enojado. Tenia la misma cara que Ben pone cuando se sentía mal porque no conseguía amarrarse los zapatos o cuando, después de muchos intentos, no encestaba la pelota en la canasta. 

Fue justo cuando Ben pensó en cómo se sentía Papá Cusuco que tuvo una grandiosa idea. Cuando Ben se siente mal, Mama y Papa hacen algo para alegrarlo. Ben podía ya ver a Mamá tomando la mano de Papá y acariciando la cara. Entonces Ben salió corriendo a su cuarto, tomó todos los elefantes que encontró, y se puso una cinta en la cabeza y la sujeto con una gorra puesta para atrás. Regresó a la sala de estar, colocó a los elefantes en una posición frente a donde Mamá y Papá platicaban y cantó a gritos la canción de los elefantes. Hizo todos los pasos que se acordaba y pudo contemplar, como mientras se iba aproximando al final de la canción, Papá Cusuco estaba sonriendo.

Al finalizar la canción Ben se quedó inmóvil frente a sus papas y Papá Cusuco se levanto de donde estaba sentado, se puso de rodillas frente a Ben y le murmuró “Gracias hijo. Te amo mucho.”